La pobre niña, descuidada y privada a veces incluso de ropa,
apenas reaccionaba ante el calor y el frío, no tenía suficiente fuerza en las
piernas para caminar con normalidad a causa de estar la mayor parte de su vida
atada a la silla-orinal. Caminaba de forma inhumana. Tampoco su visión era
óptima, Genie estaba encerrada en un cuarto oscuro sin muebles y le costaba
enfocar objetos a cierta distancia. Aprendió a reprimir los pocos sonidos
vocálicos de los que disponía porque era castigada cuando hacía ruido. Fue el
entorno quién fue salvaje con ella y quién la convirtió en un ser antisocial,
de mirada inquietante y profunda que le daba el aspecto de vivir en un limbo no
humano. Su crecimiento fue escaso en todas las áreas, por lo que llegaron a
plantearse si en realidad tenía un retraso cognitivo o todo era fruto de sus
privaciones en la niñez. Yo creo que pudieron ser ambas cosas una vez empezados
los experimentos. Creo que el aislamiento al que fue sometida no permitió su
desarrollo cerebral, así que ella siempre vivió con un cerebro
hipodesarrollado, que claro, puede entenderse como un retraso ‘inducido’. Sus
cuidadores consiguieron que poco a poco tuviese pequeños progresos, aunque su
comportamiento nunca llegó a ser social. Se sonaba en cualquier objeto, cuando
estaba nerviosa orinaba en cualquier sitio donde se encontrase y se masturbaba
excesivamente y en cualquier lugar. Debido a su dificultad para hablar, al
principio de comunicaba con gestos faciales o corporales. Creó su vocabulario
gestual. Más tarde aprendió a usar un vocabulario sencillo y a usar el lenguaje
para referirse al pasado o mentir, aunque con muchísima dificultad fónica, se
supone que por haber tenido el aparato fonador reprimido durante años. Ocurrió
lo inevitable. Genie fue tratada más como un objeto de investigación que como
un ser humano. El caso fue denunciado y Genie tuvo que abandonar el hospital.
Tuvo al menos seis hogares adoptivos, donde en alguno sufrió también maltratos.
Una de sus familias adoptivas le pegaba si vomitaba por no ser capaz de
masticar correctamente, ya que fue alimentada siempre con comida para bebés. A
día de hoy vive en un centro de acogida para personas mayores en Los Ángeles y
ya nadie se interesa por ella, al fin y al cabo, un ser humano al que no le
dejaron serlo.
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