sábado, 20 de abril de 2013

La historia de Genie. Parte II

La pobre niña, descuidada y privada a veces incluso de ropa, apenas reaccionaba ante el calor y el frío, no tenía suficiente fuerza en las piernas para caminar con normalidad a causa de estar la mayor parte de su vida atada a la silla-orinal. Caminaba de forma inhumana. Tampoco su visión era óptima, Genie estaba encerrada en un cuarto oscuro sin muebles y le costaba enfocar objetos a cierta distancia. Aprendió a reprimir los pocos sonidos vocálicos de los que disponía porque era castigada cuando hacía ruido. Fue el entorno quién fue salvaje con ella y quién la convirtió en un ser antisocial, de mirada inquietante y profunda que le daba el aspecto de vivir en un limbo no humano. Su crecimiento fue escaso en todas las áreas, por lo que llegaron a plantearse si en realidad tenía un retraso cognitivo o todo era fruto de sus privaciones en la niñez. Yo creo que pudieron ser ambas cosas una vez empezados los experimentos. Creo que el aislamiento al que fue sometida no permitió su desarrollo cerebral, así que ella siempre vivió con un cerebro hipodesarrollado, que claro, puede entenderse como un retraso ‘inducido’. Sus cuidadores consiguieron que poco a poco tuviese pequeños progresos, aunque su comportamiento nunca llegó a ser social. Se sonaba en cualquier objeto, cuando estaba nerviosa orinaba en cualquier sitio donde se encontrase y se masturbaba excesivamente y en cualquier lugar. Debido a su dificultad para hablar, al principio de comunicaba con gestos faciales o corporales. Creó su vocabulario gestual. Más tarde aprendió a usar un vocabulario sencillo y a usar el lenguaje para referirse al pasado o mentir, aunque con muchísima dificultad fónica, se supone que por haber tenido el aparato fonador reprimido durante años. Ocurrió lo inevitable. Genie fue tratada más como un objeto de investigación que como un ser humano. El caso fue denunciado y Genie tuvo que abandonar el hospital. Tuvo al menos seis hogares adoptivos, donde en alguno sufrió también maltratos. Una de sus familias adoptivas le pegaba si vomitaba por no ser capaz de  masticar correctamente, ya que fue alimentada siempre con comida para bebés. A día de hoy vive en un centro de acogida para personas mayores en Los Ángeles y ya nadie se interesa por ella, al fin y al cabo, un ser humano al que no le dejaron serlo.





Aquí tenéis el enlace de un documental de la 2 en seis partes que cuenta e ilustra perfectamente la historia de Genie.



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