viernes, 19 de abril de 2013

''Circuitos reales''


La neotenia es el fenómeno evolutivo según el cual el niño nace inmaduro, debido a que la pelvis de la mujer se redujo cuando la especie adquirió la posición bípeda. Esto hace que el niño nazca débil y con una total dependencia de su madre para sobrevivir durante los primeros meses de vida. Quizás la neotenia es la causa por la que el niño necesita un aprendizaje cultural, una especie de ‘aprendizaje complementario’ que no pudo completarse dentro del vientre de la madre, ya que la evolución alteró características físicas que influyeron en el embarazo. ¿Cómo afecta esto a nivel cerebral y qué tiene que ver con el lenguaje? Cuando un feto comienza a formarse, la célula que resulta de la combinación de un óvulo y un espermatozoide se denomina célula madre. Lo más interesante de estas células y el motivo de que sean tan deseadas es lo que llamamos ‘especialización’ .Cada célula madre se especializa según la función que vaya a desarrollar: células musculares, glóbulos rojos, neuronas, leucocitos… cada una se especializa en su actividad y se reproducen mediante mitosis. Pero hay un problema. Las células encargadas de transmitir (que no almacenar) la información no se reproducen. Las neuronas no se dividen y nacemos con las que tendremos el resto de nuestra vida (por eso los bebés son un poco cabezones). Este es el motivo por el que debemos cuidarlas e intentar mantenerlas con nosotros (Alcohol y otras drogas matan nuestras neuronas). Debido a la pérdida paulatina de neuronas a lo largo de nuestra vida nuestras capacidades mentales también disminuyen con los años.  Pues bien, el  doctor Katoma, especializado en neurología, afirma que en los primeros meses el cerebro del niño tiene una plasticidad muy superior, y gracias a los estímulos a los que se expone comienza a desarrollar lo verdaderamente importante: los circuitos neuronales. El doctor llama a este proceso ‘neurohabilitación’. Los circuitos neuronales son las conexiones que las neuronas establecen unas con otras (una neurona puede crear circuitos hasta con 1000 neuronas) y cuantos más circuitos creemos más capacidad tendrá nuestro cerebro y mejor desarrollaremos nuestras facultades.  El periodo crítico se encuentra en los primeros cuatro años de vida, cuando el cerebro evoluciona de forma muy superior a como lo hace en el resto de nuestra vida. Es decir, la privación de estímulos humanos en un bebé altera la maduración neuropsicológica, porque en esta etapa es cuando las estructuras nerviosas se encuentran en un período madurativo en el que continuamente se establecen nuevas conexiones sinápticas (corriente eléctrica o impulso nervioso por el que se transmite la información entre neuronas) y cuando tiene lugar la mielinización de las estructuras (lípido que protege y favorece el impulso nervioso, ya que actúa como aislante de la neurona). Es decir, que el cerebro del niño se conforma en base a la experiencia externa a la que se expone. La ausencia en los niños salvajes de los estímulos adecuados para su inmersión en el mundo humano provocó en su cerebro problemas fisiológicos que dieron lugar a carencias motoras y cognitivas. Los niños con trastornos en el desarrollo en general van a presentar conductas estereotipadas, como es el caso de los niños salvajes, producto de unos circuitos de trabajo muy limitados dependientes de neuronas subcorticales primarias, encargadas también de acentuar el hiperdesarrollo del olfato y la visión en los niños salvajes, como es el caso de Víctor de l'Aveyron. Estos niños también tendrán problemas de procesamiento de la información sensorial, y como conforme la edad aumenta la plasticidad del cerebro disminuye, es casi imposible recuperar determinadas  funciones o habilidades como es, en este caso, el lenguaje.

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