En 1970 la adolescente salvaje Genie salía de su
confinamiento durante once años en su propia casa de Los Ángeles. Debido a su
malnutrición, el subdesarrollo de todas sus facultades y la prácticamente
ausencia de lenguaje, Genie fue trasladada a un hospital infatil. De nuevo los
científicos quisieron investigar los límites entre herencia biológica y
cultura, intentando no cometer los mismos errores que Jean Itard con Víctor. El
descubrimiento de Genie fue un hecho social importante, quizás también porque
apareció semanas antes del estreno en Hollywood de ‘El pequeño salvaje’’ de J.F
Truffaut. Genie entonces sólo tenía trece años, y tras un primer balance, la
niña presentaba los siguientes síntomas: subdesarrollo en todas las áreas,
ausencia de lenguaje, malnutrición y evidentes síntomas de maltrato y abandono.
La historia familiar de Genie no fue precisamente fácil. El padre de Genie
odiaba a los niños, y cuando su esposa quedó embarazada intentó estrangularla.
Nació el bebé y el padre de Genie lo encerró en un garaje. A los dos meses y
medio murió de una neumonía. La madre de Genie volvió a quedar embarazada, y
este bebé murió dos días después de nacer. La explicación de sus padres fue que
se tragó sus propios mocos. Tres años más tarde nació otro bebé con problemas
sanguíneos de RH incompatible (proteína presente en los glóbulos rojos. Si la
madre es RH positivo y el feto RH negativo, el sistema inmunitario de la madre
crea anticuerpos contra los glóbulos rojos de su hijo, ya que los detecta como
un cuerpo extraño). Curiosamente el niño sobrevivió y vivió con su abuela los
primeros años de su vida para luego volver a la unidad familiar. A los pocos
años nació por fin Genie, con el mismo problema sanguíneo que su hermano y la
necesidad de una trasfusión nada más
nacer. Además de esto el pediatra le detectó una dislocación de la cadera, por
lo que Genie necesitaría una prótesis para caminar, la cual su padre no le
proporcionó. Antes de los veinte meses de edad, la niña fue encerrada en una
habitación donde durante el día estaba atada a una silla y dormía en una cuna
de noche. No tenía forma alguna de ver la calle desde la habitación y su padre
prohibió las conversaciones en su presencia. Así vivió hasta los trece años y
siete meses. Su madre intentaba pasar tiempo con ella a escondidas pero su
deterioro de la visión hizo que cada vez fuese más complicado. El hermano de
Genie también intentó ocuparse de ella, pero su padre le prohibía las
atenciones y obligaba a su hijo a que la asustara comportándose como un perro
salvaje, enseñando los dientes y ladrando. Su dieta se limitaba a comida para
bebés. En estas precarias condiciones vivió Genie su infancia, hasta que su
madre se atrevió a buscar ayuda y refugio en sus padres. Luego se entrevistó
con la policía y los asistentes sociales
se ocuparon de la custodia de la niña. Ese día el padre de Genie se suicidó,
dejando una nota: ‘El mundo nunca lo entendería’.
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